Campo español o Agenda 2030

El campo español, con su gran extensión de tierras cultivables y su larga tradición agrícola ha sido y será un bastión de la identidad y cultura de nuestro país.

Históricamente ha sido un terreno de confrontación entre las comunidades rurales y las élites. Desde las estructuras feudales hasta los desafíos modernos, la lucha por la autonomía y la preservación de las tradiciones agrícolas ha situado al campo español como un enemigo, no solo de las adversidades naturales, sino también de las élites que buscan influir y controlar la dirección de la agricultura.

Es ahí, en nuestra España rural, en los rincones más remotos de nuestro campo, donde se descubre la autenticidad de una España que se mantiene fiel a sus raíces, donde se siembran nuestros legados y una cultura arraigada en la tierra, tierra de aquellos antepasados que labraron con manos fuertes, corazones apasionados y perspectivas hacia un futuro mejor, el cual ahora unos pocos intentan arrebatarnos con sus políticas e intereses globalistas encabezadas por unos caprichosos inaceptables.

La vulnerabilidad del campo español actualmente se manifiesta como un desafío multifacético que amenaza la sostenibilidad y la esencia misma de nuestra agricultura.

Este fenómeno, impulsado por la competencia desleal de países como Marruecos, se revela a través de la combinación de subsidios extranjeros, altos costos de producción locales, y la falta de medidas de protección por parte del gobierno español siendo cómplice una vez más de las políticas globalistas de la Unión Europea.

En primer lugar, el dumping agrario se nutre de los subsidios otorgados a los agricultores en países competidores. Marruecos, entre otros, puede beneficiarse de subsidios gubernamentales que reducen significativamente sus costos de producción. Estos subsidios permiten la exportación de productos a precios artificialmente bajos, y unas medidas sanitarias prácticamente inexistentes creando una competencia desleal para los agricultores españoles que operan en un entorno donde los costos de producción son más elevados y existen unos requisitos mucho más exigentes.

Por otro lado, la carga de regulaciones y tributaciones impuestas a los agricultores españoles ejerce una presión adicional.

La falta de armonización en las normativas y la disparidad en los estándares entre países contribuyen a que nuestros agricultores se tengan que enfrentar

a un contexto más desafiante en comparación con sus competidores extranjeros.

La consecuencia directa de este desequilibrio es que los agricultores españoles se encuentran en una posición de desventaja significativa. Se ven forzados a competir con productos extranjeros que ingresan al mercado nacional a precios artificialmente bajos, lo que afecta su capacidad para obtener ingresos.

Estas medidas apoyadas por el gobierno español y la UE dejan totalmente desprotegidos a nuestros agricultores y ganaderos nacionales, anteponiendo y facilitando el producto extranjero al nacional.

Esta situación conocida como el dumping agrario no solo amenaza la supervivencia económica de los agricultores españoles, sino que también compromete la esencia misma de nuestro pueblo, pues quienes están en contra de quien nos da de comer, es porque están en contra del pueblo.

En última instancia, combatir el dumping agrario no es solo una cuestión económica, sino un acto de preservación de lo verdadero, lo bueno y lo bello que está intrínsecamente entrelazado en la esencia de España.

Llegados a este punto solo nos queda posicionarnos tajantemente a favor o en contra del mismo, pues es insostenible la defensa del campo español y el apoyo a su vez de los 17 objetivos de la maquiavélica agenda 2030 y todo lo que esta rodea y representa.

Objetivos que partidos como PP y PSOE están votando a su favor en Europa, arruinando así al campo español, arruinando nuestro sector primario que engloba nuestro patrimonio y nuestra riqueza y haciendo que España vaya perdiendo poco a poco su identidad, pues la esencia de España, esta tejida en su campo.

Como expone Jorge Buxadé en su libro soberanía «los partidos del consenso progre no ven en la agricultura, la ganadería o la pesca sectores productivos esenciales y estratégicos; ni ven a sus hombres y mujeres como depositarios de un secular patrimonio artístico, cultural, histórico, y moral que hay que respetar, conservar y promover; sino que ven un adversario que someter, una producción que regular y una resistencia que vencer.»

Vox ha sido el único partido que siempre se ha mostrado en contra de la agenda 2030, llegando a proponer incluso una alternativa conocida como agenda España, en la que se prioriza fundamentalmente los intereses nacionales a las directrices globalistas y burócratas.

Si el mundo del campo desaprovecha las pocas oportunidades y herramientas que tiene de frenar su condena a muerte, desaparecerá sin solución de continuidad, sufriendo una muerte a fuego lento y nuestros campos y sector primario pasaran a los libros de historia.

Alba Nieto.