Nos encontramos en marzo, mes atribuido a la mujer, y es que al igual que ocurre con la masculinidad en los tiempos que corren, las mujeres también están teniendo una visión distorsionada de lo que por feminidad se entiende.
Un ejemplo reciente ha sido el caso de Hannah Barron (@hannahbarrron96 en Instagram), quien ha recibido numerosos ataques en X por parte de mujeres supuestamente conservadoras, ya que según ellas Hannah no es un buen modelo de feminidad.
Hannah Barron es una chica de 27 años procedente de Crenshaw County, Alabama, que ha tenido la gran suerte de crecer en un entorno más que familiarizado con la caza, la pesca y otras prácticas menos comunes como la pesca de bagre, la cual se practica principalmente en el sur de los Estados Unidos. Estos últimos días ha sido consciente de diferentes comentarios despectivos: desde tachándola de “tomboy” hasta la más absurda observación con respecto a su acento propio del sur. Pero de todas las críticas, la más recalcable a mi parecer es aquella en la que comparan su estilo de vida con el de una mujer obsesionada con su carrera profesional, típico en la mujer de hoy.
Desde mi punto de vista no son nada comparables los dos casos mencionados, puesto que cada vez son menos las mujeres que se dedican a labores como las que realiza Hannah, quien suele ser acompañada por su padre (@jeffbarron70 en Instagram) en dichas tareas manteniendo así tradiciones familiares. Esto último resulta además en un buen ejemplo de relación padre e hija, la cual también se está viendo afectada negativamente en la actualidad a causa de los ataques que recibe la unidad familiar y la propia crisis masculina que se está dando.
Las atacantes justifican su postura porque “la imagen de Hannah seguramente sea resultado de haberse criado en un entorno misógino”, cuando a mi parecer no es más que otro ejemplo de mujeres acomplejadas por probablemente no haber recibido una figura paterna ejemplar. Y es que al igual que la maternidad debe ser apreciada, la paternidad tampoco podemos dejárnosla atrás. Es más, debería de estar al mismo nivel de admiración puesto que los padres tienen que hacer un enorme sacrificio para apoyar a su familia y soportar el gran nivel de presión que recae sobre ellos con tal de ser ejemplares en general.
Desde la idea del feminismo se suele atacar a los hombres de que son ellos quienes pretenden que las mujeres seamos de una manera u otra, cuando la realidad es que son las propias mujeres quienes andan estableciendo reglas, modas y demás tendencias absurdas que supuestamente debemos seguir para estar a la última de lo que ellas consideran empoderante o simplemente correcto.
Así pues, me parece una visión bastante vaga y reduccionista de la feminidad por parte de las atacantes, pues la feminidad es algo más que llevar vestidos o tener un acento en concreto. La feminidad no es debilidad. Tener una complexión más fuerte y dedicarte a algo así no te hace menos mujer, lo que sí provoca una carencia de feminidad es no poner en práctica esas cualidades que verdaderamente la conforman: el instinto maternal, ser compasiva, generosa, cálida…
Desgraciadamente dichas características se ven como algo propio de un ser inferior o débil, cuando es todo lo contrario. Son precisamente lo que nos hacen únicas y diferentes a los hombres.
Por tanto, el verdadero problema es cuando una mujer pretende ser un hombre adoptando actitudes propias de los hombres, y que el feminismo critica cuando se da en ellos al considerarlo como una amenaza. Hablo de cualidades positivas de la masculinidad tales como ser asertivo, dominante, líder…
En conclusión, el modelo de mujer que realmente pone en peligro la feminidad es aquel basado en carecer de emociones, en ser fría, y en pretender ser independiente y poder cuidarse de sí misma de una manera ilusoria. Ser femenina no te hace ser débil, al igual que ser masculino no te hace ser peligroso.