Hablemos de la campaña y resultado electoral de VOX en Cataluña

Tras su estelar irrupción en el panorama político español en 2018 como reacción a la deriva decadente que estaba tomando España y su posterior consolidación como fuerza política nacional sólida en 2019, VOX debía decidir que quería ser de mayor: Una versión rejuvenecida y alternativa al Partido Popular o un partido de estado que representara una segunda vía alternativa bipartidismo.

El fracaso de Macarena Olona en Andalucía fue el punto de inflexión. VOX se liberó de sus lastres e inició una transición dolorosa para ajustar su sociología, lo que le costó el apoyo de señoritos neoliberales como FJLS. Así, tras recibir oxígeno en las municipales y tras las duras campañas de las generales, gallegas y vascas, VOX llega a Cataluña como primera fuerza política nacional en la región, con un discurso abismalmente alejado del PP, atacando los feudos de voto socialista con propuestas políticas enfocadas a dar respuesta a los problemas reales de los trabajadores y realiza una campaña impecable liderada por la juventud: VOX abarrota Nou Barris, Reus, Salt…, logrando una movilización juvenil, obrera y nacional sin precedentes, pero a cambio de perder la simpatía de algunos sectores de la burguesía, algo que ocurrió también en las pasadas generales.

La formación liderada por Garriga en Cataluña cae ligeramente en los barrios y pueblos con las rentas más altas, como Sarrià o Sant Cugat y gana adeptos en las zonas obreras como Nou Barris —a pesar de la supervivencia del voto tradicional y de la tercera edad al PP— o Reus, donde VOX ha derrotado a los populares y se mantiene también como primera fuerza nacional allí donde la situación demográfica, fruto de la inmigración masiva, es insostenible, como Salt en Gerona. Era clave para VOX resistir a su transición sociológica en la región vasca y en Cataluña, y lo ha hecho creciendo y movilizando a pesar de los cambios en la constitución de sus masas electorales.

Es importante tener en cuenta que el proyecto de VOX no pasa por disputarse el voto de la burguesía progresista con el PP, sino por aglutinar a las masas electorales trabajadoras, tradicionalmente capitalizadas por el PSOE y por retener el voto de las clases medias y altas patriotas e identitarias que sí tienen un sentido de pertenencia a la nación más allá de los meros postulados de la derecha tradicional economicista. Debe hacerlo además sin el beneplácito del oligopolio mediático español, encontrando y abriendo vías mediáticas alternativas.

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