A lo largo de este mes de noviembre hemos podido ser espectadores, y muchos de nosotros partícipes, de las múltiples protestas que han tenido lugar en todo nuestro país, sobre todo en Ferraz. En dicho lugar ha sido donde mayor impacto han tenido y desde el primer momento habían de ser pacíficas. Pero lo que debería preocuparnos realmente sobre toda esta revuelta no es si debe ser más o menos pacífica, sino el hecho de que el pueblo español haya captado verdaderamente la razón por la cual manifestarse. Digamos que la violencia y el pacifismo son términos un tanto subjetivos para las personas; a unos les puede parecer violento lo que a otros no. Independientemente de ello, no creo que pueda encontrarse algún atisbo de violencia en actos como el de portar una bandera (ya sea preconstitucional o no) y mantener una posición firme ante la policía, cuando esta última es la que decide iniciar los ataques. Violencia la de Marlaska.
Es inaceptable que los españoles seamos coartados de ejercer nuestro derecho y deber de defender a España, como precisamente establece el primer punto del artículo 30 de nuestra Constitución. Y por si fuera poco también se ha coartado recientemente la libertad religiosa, concretamente nuestra libertad para rezar delante de una iglesia en Ferraz. La religión sí tiene cabida en esta revuelta, a pesar de los acomplejados que pretenden apartarla. “España cristiana y no musulmana” ha podido escucharse durante las protestas, algo que hace unos años se hubiese considerado como una reacción de miedo ante alguna teoría conspirativa pero que ya es una realidad.
Aún así, sigue siendo alto el nivel de acomplejamiento que se respira en el ambiente, principalmente dado por desinformación e ignorancia. Jamás había sido consciente de tantos rifirrafes sobre qué bandera es adecuada o no portar en estas protestas. Me produce cierta vergüenza ajena ver momentos como aquellos donde una señora decide encararse con una joven por llevar una bandera que según ella no era digna. Lo que a mi parecer no es digno es el hecho de actuar así sin estar lo suficientemente informado como para entender que no es ningún tipo de ofensa el portar esa bandera.
El sectarismo entre los manifestantes también se ha podido observar cuando personas pertenecientes a grupos como La Falange eran marginadas de la protesta. Sin embargo, una de las banderas que más se ha podido ver durante estas semanas ha sido aquella basada en la pancarta que pudo verse durante ese momento donde un grupo de falangistas capitaneados por José Antonio Primo de Rivera, se manifestaron en la Puerta del Sol para celebrar la derrota del gobierno catalán en sus pretensiones separatistas durante aquel 7 de octubre de 1934. ¿Hipocresía? Yo diría que sí.
El hecho de portar tales banderas preconstitucionalistas me parece una forma de reivindicar la historia y a aquellos que en su día también lucharon por la unidad de nuestra nación.
España ya existía antes que la Constitución y está por encima de esta, cabe resaltar. Lo que sí me parece precisamente una aberración ha sido el uso masivo de banderas de la Unión Europea durante las protestas convocadas por el PP, cuando la UE sí es una verdadera amenaza para nuestro país.
A pesar de todo esto, a grandes rasgos no solo España, sino Europa en general, ha despertado algo más este último tiempo. Hace poco veíamos como en Irlanda y en Francia tenía lugar una similar revuelta. Es hora de apartar complejos y formar un verdadero sentido de camaradería en la medida de lo posible.
Irene Mª Algeciras Rodríguez