Un país masoquista

A los españoles no les gusta ser verdaderamente libres. Esto ha quedado más que comprobado tras el pasado 23J. Es lo que tiene la esclavitud disfrazada de preocupación por el ciudadano. Parece que la mayoría acepta que el Estado, como si de un progenitor excesivamente protector se tratase, le mantenga cuidada como a un bebé. “Es por ti” decía precisamente el lema de esta última campaña del partido Sumar.

El español medio se conforma, tampoco le gusta cuando triunfan los demás, tiene miedo a la libertad, ya que eso supondría perder esa “manutención” anteriormente mencionada, y también tiene miedo de recuperar su identidad, dignidad y sentido de nación. De esto último se habla además como un retroceso, con un nivel absurdo de oscurantismo. Pero lo dicho, parece ser que es mejor conformarse con vivir así en vez de como realmente nos merecemos.

Quizá suene algo cliché decirlo, pero realmente no creo que tantos hombres hayan muerto para ver como ahora aceptas vivir en una jaula de 20 metros cuadrados, si es que consigues tener algo que verdaderamente sea de tu propiedad. Te conformas con una mascota que supuestamente da menos trabajo que un hijo, aunque probablemente tampoco podrías permitírtelo si quisieras, o aguantas que se mofen de ti por ser católico mientras que se implanta y respeta otra religión.

“Somos progresistas”, dicen aquellos que aseguran conocer todas esas supuestas opresiones y ciertos problemas que además ellos mismos han creado, con tal de hacer ver que dan soluciones. Comunistas burgueses me gusta llamarlos. En los últimos años he visto cómo se han ido multiplicando debido a sus nuevas políticas. Ellos jamás sabrán de primera mano lo que es vivir cerca de una ‘no go zone’, por ejemplo, y tener que regresar a casa con miedo, o ver como tu pueblo se vacía porque ya no hay oportunidades ahí, o no poder permitirte unas vacaciones. Pero ojo, que ellos tienen el superpoder de detectar según su sensible e intocable criterio qué es importante y qué no. Y si no estás de acuerdo, creo que lo que sigue a eso ya lo sabemos (la cancelación a la que estamos más que acostumbrados).

Han celebrado orgullosamente haber “ganado” unas elecciones con una campaña de lo más manipulada, así como sus resultados. Cabe resaltar que, en Albacete, a VOX le han faltado 1.200 votos para obtener el último escaño mientras que al PP le han llegado a sobrar una cifra de 12.000, situación similar que se ha llegado a dar en otras ciudades. Existe un erróneo concepto de “voto útil” que ha favorecido extremadamente al PP. A pesar del fracaso de VOX en las urnas, porque efectivamente lo ha sido aunque podría haber sido peor, creo que se deberá mantener la misma línea sin abandonar nuestro temple (lo cual no significa no dar la cara cuando es necesario) ni convicciones, ya sea a la hora de seguir ejerciendo oposición o en vistas a una repetición de elecciones.

Así pues, celebran ganar en una democracia que sin duda está enferma. Recordemos que, en vez de a Cristo, el pueblo judío ya eligió a Barrabás. Nos toca poner más el corazón en Dios y menos en política. Ya decía Benedicto XVI que “La verdad no se determina mediante el voto de la mayoría”. Por tanto, ante el derrotismo que nos pueda invadir estos días conviene mantener presente que a veces tienen que llegar peores tiempos para resurgir.

Irene Algeciras Rodríguez